sábado, 22 de abril de 2017

la increíble y triste historia de la cándida herendida y su abuela desalmada

Eréndira era una niña de 14 años, ella vivía con su abuela, que era despiadada, vivían en una mansión.

La pobre niña tenía que hacer las arduas labores doméstica, sin cesar, durante todo el día y parte de la noche. Cocinaba, planchaba, lavaba etc.

Eréndira durante todo el día realizó sus actividades cotidianas, atendió a su abuela, en fin, cumplió con todas sus obligaciones. eEse día se dirigió a su cuarto, colocó el candelabro en su mesa de noche, con una vela encendida y muerta de cansancio, sin quitarse la ropa se acostó a dormir. Una brisa cespiadada tumbó el candelabro y la mansión se vio envuelta en llamas.

Al despertar, Eréndira y su abuela, ya no quedaba nada de la mansión.

La abuela al ver a Eréndira tan desconsolada, le dijo:

-Tú tendrás tiempo para pagarme todo lo que me debes.

La abuela para cobrar su deuda, vendió el cuerpo de la inocente criatura. La convirtió en prostituta. Eréndira tuvo que vender su cuerpo a millones de hombres, para pagar su deuda.


Un día Eréndira conoció a Eulises, su fiel admirador , quien era capaz de dar su vida por ella.

Eréndira cansada de los abusos que recibía constantemente de su abuela, estaba buscando la forma de eliminarla y convenció a Eulises de que lo hiciera.


Eulises intentó de varias maneras de asesinar a la abuela, fustrado por no poder haber complacido a Eréndira, tomó un cuchillo apuñaleó varias veces a la abuela, hasta matarla.

Hundidos en la desesperación corrieron. Eulises se detuvo a pensar en lo que había hecho, y Er´ndira desconsoladaontinuó corriendo.
Cesar Lira Rubio

RELATO DE UN NAUFRAGO

ESTE LIBRO ES ESCRITO POR  GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

Trata principalmente de la noticia de que en una tormenta en el mar Caribe ha hecho naufragar al destructor Caldas, de la marina de guerra de Colombia. La búsqueda de los náufragos se inicia de inmediato, pero al cabo de pocos días de esfuerzos inútiles los marineros perdidos son declarados oficialmente muertos.
Sin embargo, una semana después aparece uno de ellos. Es Luis Alejandro Velasco, que ha permanecido diez días, sin comer ni beber, en una balsa a la deriva. El renombre inmediato rodea al náufrago, un muchacho robusto, de veinte años, "con más cara de trompetista que de héroe de la patria".
El sobreviviente acude un día a la sala de redacción de El Espectador de Colombia. Propone a un joven periodista narrar la verdadera historia del naufragio, sin las deformaciones del oficialismo ni los manoseos de la propaganda.
El joven periodista se llama Gabriel García Márquez. "En veinte sesiones de seis horas diarias -dice el futuro autor de Cien años de soledad- logramos reconstruir el relato compacto y verídico de sus diez días de mar. Era tan minucioso y apasionante que mi único problema literario sería conseguir que el lector lo creyera." La historia se publica en catorce días consecutivos. El éxito es fulminante. A lo largo del diálogo salen a la luz muchas verdades, y el relato de aventuras se convierte en denuncia política que agita al país, cuesta la gloria y la carrera al náufrago y condena al exilio al entonces joven periodista...
Luz María Sobera C.


Arturo y la ciudad prohibida

Arturo, Selenia y Betameche deben encontrar al abuelo, pues es el único que sabe dónde está el tesoro que permitirá a Arturo acabar con los planes de Davido. Los tres liliputienses tendrán que viajar a la ciudad prohibida de Necrópolis, donde les espera un sinfín de sorpresas. Sin embargo, Maltazard el Maldito hará todo lo posible por impedir que consigan su objetivo, amenazando como siempre al país de los minimoys. 

Luz María Sobera C.

Crónica de una muerte anunciada

Publicada en 1981, esta novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez basa su argumento en un suceso ocurrido durante la juventud del escritor: un asesinato por motivos de honor. Muchos años después el narrador, erigido en cronista e investigador de unos hechos que vivió muy de cerca pero que no llegó a presenciar, reconstruye minuciosamente la historia, sin ocultar en ningún momento su desenlace, que anuncia desde la primera frase de la novela: "El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana..."
Santiago Nasar es un joven de 21 años, hijo del árabe Ibrahim Nasar y de Plácida Linero. Tras una noche de juerga que se había prolongado hasta pasadas las doce para festejar el matrimonio de Bayardo San Román y Ángela Vicario, Santiago Nasar fue al puerto a recibir al obispo, que luego pasó por el río sin detenerse, bendiciendo desde el barco a quienes habían ido a esperarle.
A las siete y cinco minutos de la mañana, los gemelos Pedro y Pablo Vicario, hermanos de la novia, ya le habían degollado como a un cerdo. Así termina el primer capítulo de la novela, que se compone de cinco, estando reservados los otros cuatro a contar los antecedentes de la boda de Ángela Vicario y a seguir paso a paso, aun con más detalle que en el primero, las andanzas de Santiago Nasar la mañana en que le mataron.
Ángela Vicario, a quien hasta entonces "No se le había conocido ningún novio... y había crecido junto con sus hermanas bajo el rigor de una madre de hierro", fue obligada por su padre y hermanos a casarse con Bayardo San Román, un hombre llegado a la ciudad el año anterior y al que ella apenas había visto. Bayardo era hijo de Petronio San Román, "héroe de las guerras civiles del siglo anterior, y una de las glorias mayores del régimen conservador por haber puesto en fuga al coronel Aureliano Buendía" (destacado personaje de Cien años de soledad).
Por la madrugada, apenas terminados los festejos de la boda, Bayardo devuelve a Ángela Vicario a la familia, porque al ir a consumar el matrimonio descubre que la novia no es virgen. Obligada por los suyos a confesar quién la ha deshonrado, Ángela da el nombre de Santiago Nasar, posiblemente porque "no pensó que sus hermanos se atreverían contra él".
La deshonra ha de vengarse con sangre, y los hermanos Vicario cogen de inmediato sus cuchillos de destripar cerdos y salen en busca de Santiago, con quien habían estado bebiendo hasta poco antes. Actúan así obligados por los códigos de honor, por los cuales les corresponde a ellos vengar la afrenta, pero no desean vengarse; acudiendo adonde saben que Santiago no estará y diciendo a todo el mundo que van a matarle, intentan propiciar la fuga de Santiago o su propia detención; en ambos casos habrían cumplido con su deber. "La realidad parecía ser que los hermanos Vicario no hicieron nada de lo que convenía para matar a Santiago de inmediato y sin espectáculo público, sino que hicieron mucho más de lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo, y no lo consiguieron". 
Alex Kitzeli

El festin de la muerte

Nos da a conocer la vida de un soldado que se desarrolla en Polonia era una promesa de fútbol reclutando a la fuerza ni las balas las bombas...